(Por Jose Antonio Domínguez Silgado) – El sector de la seguridad privada es un entorno donde el miedo y la necesidad laboral se entrelazan, creando una realidad compleja para los vigilantes de seguridad. Este artículo se enfoca en cómo estos dos factores se manifiestan en la relación entre los vigilantes y los mandos intermedios dentro de las empresas de seguridad, quienes juegan un papel crucial en la dinámica laboral y emocional de sus subordinados.
Para los vigilantes de seguridad, el miedo no solo proviene de las posibles amenazas físicas en su entorno de trabajo, sino también de la relación que mantienen con los mandos intermedios. Estos supervisores directos, que actúan como el enlace entre la dirección de la empresa y los trabajadores de base, tienen una influencia significativa en la experiencia laboral del vigilante.
Uno de los principales miedos que enfrentan los vigilantes es la presión constante para cumplir con altas expectativas sin el apoyo adecuado. Los mandos intermedios, a menudo bajo presión para mostrar resultados a la alta dirección, pueden transferir este estrés a los vigilantes, exigiendo una productividad inalcanzable o un rendimiento impecable en situaciones donde los recursos o el personal son insuficientes. Este tipo de presión puede generar un ambiente de trabajo tenso y, en algunos casos, intimidante, donde el miedo a represalias por no cumplir con los objetivos establecidos se convierte en una constante.
Además, el temor a ser sancionados o despedidos es otro factor que influye en la relación con los mandos intermedios. Los vigilantes de seguridad, que suelen trabajar en un sector caracterizado por la inestabilidad laboral y la alta rotación, a menudo se sienten vulnerables ante la posibilidad de perder su empleo si no cumplen con las expectativas, lo que a su vez puede llevar a una sumisión excesiva y una falta de confianza en sus superiores.
Para muchos vigilantes de seguridad , la necesidad laboral es un motor poderoso que los impulsa a aceptar condiciones de trabajo difíciles. La precariedad económica y la falta de oportunidades en otros sectores hacen que este empleo sea crucial para su sustento. Esta situación puede llevar a compañeros a aceptar turnos largos, salarios bajos y tareas adicionales sin cuestionar, con tal de mantener su empleo.
Esta necesidad laboral también puede hacer que se sientan obligados a cumplir con todas las demandas de los mandos intermedios, incluso si estas son excesivas o poco razonables. El miedo a perder el trabajo, especialmente en los primeros meses, cuando aún están en período de prueba, puede llevarlos a soportar situaciones de abuso de poder o a no reportar condiciones laborales inapropiadas. En muchos casos, la ansiedad de ser despedidos antes de haber demostrado su valía puede llevarlos a priorizar la obediencia y la sumisión por encima de su bienestar personal y profesional.
Por otro lado, la necesidad de mantener una buena relación con los mandos intermedios puede llevar a la autocensura, donde los vigilantes evitan expresar sus preocupaciones o sugerir mejoras por miedo a represalias. Esto no solo afecta su bienestar emocional, sino que también limita su capacidad para influir en cambios positivos en su entorno de trabajo.
Los mandos intermedios se encuentran en una posición única que les permite influir tanto en la cultura organizacional como en la experiencia diaria de los vigilantes de seguridad. Si bien a veces son percibidos como parte del problema debido a la presión que ejercen, también tienen el potencial de ser parte de la solución.
Un liderazgo intermedio que fomente la comunicación abierta, que ofrezca apoyo y reconocimiento, y que trabaje para equilibrar las demandas de la dirección con las necesidades del personal, puede mitigar muchos de los miedos asociados al trabajo de vigilancia. La formación continua en habilidades de liderazgo y gestión de personas es crucial para que los mandos intermedios puedan desempeñar este rol de manera efectiva.
La relación entre los vigilantes de seguridad y los mandos intermedios está marcada por una combinación de miedo y necesidad laboral. Es vital que las empresas de seguridad reconozcan esta dinámica y trabajen para mejorar las condiciones laborales, ofreciendo un apoyo real a sus trabajadores. Solo así se podrá construir un ambiente de trabajo más seguro y equilibrado, donde el miedo no sea una barrera y la necesidad no se convierta en explotación.
Querido compañero, seré el primero en darle mi enhorabuena por su artículo.
No se podía escribir más claro «los mandos intermedios, son los brazos ejecutores de la empresa»
Es triste ver que en muchos casos, compañeros de trabajo «vigilantes» que buscan escalar posiciones en el mundo de la seguridad, después de realizar una pequeña formación (que sería interesante otro artículo con las formaciones) ven la oportunidad en ser mando intermedio de una empresa, convirtiéndose en el peor enemigo del vigilante; es decir, pasan de ser un compañero a su peor enemigo.
En muchas ocasiones los mandos intermedios, sólo median para exigir a un vigilante hasta unos niveles de estrés que se vuelve invisible pero real, existente y casi siempre pasa factura al vigilante.
Puestos a soñar, que bonito sería soñar y …. tener un mando intermedio que con la Ley de Seguridad Privada en la mano, haga cumplir las normas a los vigilantes pero también le diga a la empresa ciertos límites. Pero claro, ya no sería rentable. Al final siempre hablamos de lo mismo, dinero.
Personalmente, he realizado varias entrevistas para mando intermedio o incluso cordinador de un servicio y hasta el día de hoy, no he recibido una oferta seria. Sigo de vigilante y duermo por las noches con la satisfacción del trabajo bien realizado y sobre todo de ser compañero de 110 vigilantes en mi servicio.
A modo de anécdota; cuando pisé mi actual servicio, al tratarse de un aeropuerto, pensé que sería diferente. Que trabajando codo a codo con la Guardia Civil, las cosas irían diferente. ¡Que equivocado estaba!
La última ha sido recibir un correo a toda la plantilla, explicando que hay una formación obligatoria NO RETRIBUIDA que debemos hacer en nuestras casas, en nuestro tiempo libre. Esa formación aparece en el pliego de contratación del servicio y corre por cuenta de la empresa. Es el cliente quien exige que los vigilantes que trabajan en el aeropuerto puedan tener esta formación (no relacionada con seguridad privada)… Tener un cordinador que te envíe estos correos, que te exige hacer este curso y te exponga que la empresa no puede pagar esas horas, es surrealista!!!
La figura de mandos intermedios se ha desvirtuado tanto, como las funciones de los vigilantes aeroportuarios….
Tener mandos intermedios que solo exigen que los vigilantes de un aeropuerto trabajen como robots, aguanten todo tipo de cambios en las órdenes de puestos para obligar a los compañeros a realizar labores que distan mucho de las de la seguridad de un fliro de pasajeros.
Me ha gustado mucho su artículo y dejo algunos temas interesantes para el próximo.
– Servicio Aeroportuario. ¿Vigilantes o esclavos de AENA?
– La formación obligatoria para los vigilantes de seguridad. La formación que se obliga a ser realizada en tiempo de descanso.
– Hasta donde es legal, que se nos siga dando formación online, cuando nuestro trabajo, en ocasiones está lleno de supuestos prácticos.
Un abrazo para todos y de nuevo, ENHORABUENA 👏
Muchas gracias compañero Vigilante Aeroportuario, por tu comentario y apoyo. En el próximo artículo haré un artículo relacionados con los temas interesantes que me propones. Un abrazo.
Me gustaría que ya que has expuesto este tema escabroso, de hacer cursos por la cara, digas y pongas en conocimiento de la autoridad pertinente dicho abuso
«Tienes toda la razón, Dani. Los cursos ‘por la cara’ que se exigen en algunas empresas son un abuso flagrante, y es algo que no podemos seguir permitiendo. Es inaceptable que se nos exija formarnos a nuestro costo, cuando debería ser responsabilidad de las empresas invertir en la capacitación de sus empleados si realmente valoran la calidad del servicio.
Estoy totalmente de acuerdo en que se debe poner en conocimiento de las autoridades pertinentes esta situación, porque se está vulnerando el derecho de los trabajadores. Sin embargo, también es cierto que muchos de estos abusos pasan desapercibidos si no se denuncia de manera conjunta. Si todos empezamos a alzar la voz y a unirnos, será más fácil que las autoridades tomen cartas en el asunto.
Así que, no solo apoyo la idea de informar a las autoridades, sino que también creo que debemos organizarnos como colectivo para presionar por un cambio real. El abuso debe parar, y solo lo conseguiremos si trabajamos juntos y exigimos nuestros derechos. Un abrazo.