(Por Jose Antonio Domínguez Silgado) – En el sector de la seguridad privada, donde las condiciones laborales pueden ser exigentes y el entorno de trabajo desafiante, la diferencia entre un jefe y un líder es fundamental. Este contraste no solo afecta la moral de los vigilantes de seguridad, sino que también influye directamente en la calidad del servicio que se ofrece. Con una creciente demanda de servicios de seguridad y la complejidad de las amenazas actuales, el liderazgo efectivo se ha convertido en un pilar esencial para las empresas de seguridad, ya que existe carencia en ellas.
La figura del «jefe» en las empresas de seguridad suele estar asociada con una gestión autoritaria y centrada en el control. Un jefe se enfoca en la supervisión estricta de sus empleados, asegurándose de que cumplan con las órdenes y procedimientos establecidos, muchas veces sin considerar el bienestar personal y profesional de los vigilantes. Este tipo de liderazgo puede generar un ambiente de trabajo tenso, donde la motivación se reduce a cumplir con las obligaciones para evitar sanciones.
Existe una cultura predominante de control y autoridad en el sector de la seguridad. Esto se debe a la naturaleza del trabajo, que implica la gestión de riesgos y la protección de activos, donde la seguridad y la precisión son primordiales. Esta cultura puede reforzar un enfoque en el mando y la obediencia, en lugar de la colaboración y el liderazgo inclusivo.
Por otro lado, un «líder» en una empresa de seguridad adopta un enfoque más humanizado y motivacional. Un líder no solo supervisa, sino que inspira y guía a su equipo, reconociendo el esfuerzo individual y fomentando un ambiente de colaboración y crecimiento personal. Este tipo de liderazgo promueve una comunicación abierta, donde los vigilantes se sienten escuchados y valorados, lo que a su vez incrementa su compromiso y lealtad hacia la empresa.
La diferencia entre trabajar bajo un jefe o un líder tiene un impacto significativo en los vigilantes de seguridad. Cuando se trabaja bajo un jefe, es común escuchar quejas relacionadas con la falta de reconocimiento, el estrés y la rotación constante de personal, errores, culpabilidad .., hay muchas opiniones compartidas por vigilantes en foros y redes sociales que destacan la frustración que sienten muchos trabajadores de seguridad privada ante la falta de apoyo y comprensión por parte de sus superiores, siendo esto evidente ya que el trabajador no tiene la confianza absoluta para expresar sus opiniones, problemas, en fin no se siente escuchado y menos valorado por sus superiores.
Por el contrario, los vigilantes que trabajan bajo un liderazgo efectivo suelen mostrar una mayor satisfacción laboral. Se sienten parte de un equipo, son reconocidos por su esfuerzo y se les ofrece oportunidades para crecer dentro de la empresa.
Este tipo de liderazgo no solo mejora la moral del equipo, sino que también resulta en un servicio de seguridad más eficiente y profesional, cosa que en la actualidad existen una mayoría de estas empresas ya que están más pendientes en la facturación que en el capital humano, desde este artículo invito a las empresas de seguridad apostar por en la formación de un buen liderazgo, esto supone en invertir en el futuro de su empresa y en la calidad del servicio que ofrecen a sus clientes.
Uno de los problemas más comunes en las empresas de seguridad es la falta de formación en liderazgo para quienes ocupan posiciones de mando. Muchas veces, los supervisores y gerentes son promovidos por su antigüedad o por su desempeño técnico, sin recibir la formación adecuada para gestionar equipos de manera efectiva. Esto puede llevar a una gestión deficiente, donde el enfoque se centra en el cumplimiento de metas a corto plazo sin considerar el impacto a largo plazo en la moral y el rendimiento del equipo.
Además, la presión para cumplir con objetivos económicos y operativos puede hacer que algunos jefes adopten un enfoque más rígido y menos comprensivo. Este estilo de gestión, aunque puede parecer efectivo en el corto plazo, generalmente conduce a la desmotivación y a una alta rotación de personal, lo que a su vez afecta la estabilidad y la reputación de la empresa.
El liderazgo en las empresas de seguridad privada es un factor determinante para el éxito y la sostenibilidad del negocio. Adoptar un enfoque de liderazgo en lugar de un enfoque de jefatura no solo mejora la calidad de vida de los vigilantes de seguridad, sino que también fortalece la empresa en su conjunto. Un líder efectivo fomenta un ambiente de trabajo positivo, donde los empleados se sienten valorados y motivados para dar lo mejor de sí mismos.
Para las empresas de seguridad, invertir en la formación de liderazgo es crucial. Esto incluye no solo formar a los supervisores en habilidades técnicas, sino también en habilidades sociales como la comunicación, la empatía y la gestión de equipos. Solo así se puede construir una cultura organizacional que atraiga y retenga el talento, asegurando la prestación de un servicio de seguridad de alta calidad y confiabilidad.
En un entorno tan delicado como el de la seguridad privada, la diferencia entre un jefe y un líder puede marcar la línea entre el éxito y el fracaso. Las empresas que entienden y aplican esta diferencia estarán mejor posicionadas para enfrentar los desafíos del sector y ofrecer un entorno de trabajo que promueva el bienestar y la excelencia profesional.
Si todo muy bien en el texto. Pero que hay de esos que te dejan sin relevo y te quedas 16 horas y llamas por teléfono al responsable y No cogen el teléfono en toda la noche. Y al día siguiente durante el fin de semana el del turno de tarde le iba a pasar lo mismo que el viernes…..Eso es un buen liderazgo ? o son unos ptos cabrnes ?
«Compañero, entiendo perfectamente tu frustración. Situaciones como esa no solo son un reflejo de una mala organización, sino también de una falta total de respeto hacia el trabajador y su bienestar. Ningún profesional debería verse obligado a cubrir turnos tan largos sin el respaldo de su equipo ni de su responsable.
Este tipo de negligencias demuestra la falta de liderazgo y compromiso con el personal. Un buen líder nunca dejaría a su equipo en esa situación, porque sabe que cuidar de su gente es la base de un trabajo bien hecho. Cuando los responsables se esconden, no contestan y no dan la cara, es una clara señal de que algo está muy mal en la cadena de mando.
Al final del día, los que sufrimos somos nosotros, los que damos el 100% para mantener la seguridad. ¡Esto tiene que cambiar! Hay que hacer valer nuestros derechos y exigir un trato justo, porque situaciones así no pueden seguir siendo la norma.». Saludos.
Comparto mucho de lo que dicen, pero hay cosas que no estoy en mucho acuerdo.
Hoy día hay una cantidad significativa de trabajadores o vigilantes en este caso concreto, que no tienen compromiso, que se vuelven una piedra en el zapato, porque solo van a ganarse un sueldo desde el primer día, no muestran actitud, ni entusiasmo o amor por lo que hacen, por tanto, cuando el líder detecta eso y los reconviene verbalmente, toman eso como agresión y adicional al mal desempeño que vienen haciendo toman una actitud displicente y todo lo vuelven paisaje afectando no sólo el servicio u operación, sino que contaminan a los demás compañeros.
«Comparto tu preocupación, es cierto que en el sector de la seguridad, como en muchos otros, nos encontramos con personas que parecen no estar comprometidas con su labor desde el primer día. Esa falta de actitud y entusiasmo no solo afecta la calidad del servicio, sino también el ambiente de trabajo y la moral de los compañeros.
Sin embargo, creo que aquí entra en juego el papel del liderazgo. Es crucial que, cuando un líder detecte este tipo de actitudes, en lugar de simplemente reconvenir, se busque entender la raíz del problema. A veces, la falta de compromiso viene de factores como la desmotivación, la falta de oportunidades de crecimiento, o incluso un ambiente laboral tóxico. En esos casos, más que una reprensión verbal, un líder efectivo debe ofrecer orientación, acompañamiento y recordar a los trabajadores el propósito de su trabajo, ayudando a reencender ese ‘amor’ por lo que hacemos.
Cuando esto no es posible, y la actitud displicente persiste, el líder debe tomar decisiones firmes para garantizar que el equipo y el servicio no se vean afectados. El equilibrio entre la empatía y la exigencia es clave en estos casos.».Saludos.