(Por Civilis Securitatis) – En los últimos meses han estallado alertas a nivel prácticamente internacional sobre los famosos pinchazos que causaba una sumisión en la víctima para anular su voluntad y ceder a los deseos sexuales de un violador.
Cuando la noticia salió me pilló desprovisto, mi experiencia en el sector de la protección y seguridad de personas me ha hecho ver muchas formas de causar daño a otras. En estos meses bastantes compañeros me han preguntado en motivo a los festivales como prevenir estos actos, pero el método de las agujas para tal fin me extraño hasta tal punto que me puse a trabajar en ello.
Hay que matizar algo, la sumisión química no es algo nuevo, existía, el uso de burundanga, alcohol o marihuana sintética han sido las formas más usadas. De hecho el consumo de marihuana sintética ha sido el principal en mi experiencia, dado su fuerte efecto en pocas dosis, dos caladas y blancazo.
Entonces, sí la sumisión química existe para fines sexuales (entre otros) pero la clave en la cuestión es el método empleado. Los delincuentes utilizan siempre el método más eficaz, el más fácil y la sumisión mediante pinchazos ni es eficaz ni es fácil.
- –La víctima detecta el método antes que su efecto, esto garantiza la reacción por parte de la víctima y facilita la identificación del autor.
- -Los medios empleados (agujas, continentes…) requieren de más tiempo para su preparación, introducción, montaje e incluso transportabilidad en el lugar.
- –El uso de marihuana sintética es más efectiva y causa menos alarma a la hora de ser detectada por su aceptación social.
- –El número de víctimas que aceptan el consumo voluntario (sin ser conscientes de su contenido o motivación delincuencial por parte del autor) de tal sustancia, aceptando alejarse del lugar concurrido bajo la excusa de «aquí nos pillará el de seguridad».
En mi experiencia laboral he visto métodos muy elaborados para conseguir la sumisión química, el método más empleado es el de la marihuana sintética o burundanga.