(Por Jose Antonio Domínguez Silgado) – Hoy me dirijo a vosotros con un mensaje claro y contundente: ¡es hora de unirnos y luchar por nuestros derechos!. El 2025 nos trae un nuevo reto: la negociación del próximo convenio colectivo. Pero esta vez, no podemos quedarnos callados ni permitir que otros sigan decidiendo por nosotros. Convenio tras convenio, hemos visto cómo nuestro poder adquisitivo se reduce y nuestras condiciones laborales se estancan, mientras las promesas de mejora desaparecen como humo.
Es hora de plantar cara, la situación en el sector de la seguridad privada ha llegado a un punto crítico. A pesar de los esfuerzos de muchos, los sindicatos han demostrado ser insuficientes para defender nuestros intereses. Convenio tras convenio, hemos visto cómo nuestro poder adquisitivo se erosiona, mientras que las promesas de mejoras se desvanecen en el aire.
Llevamos demasiado tiempo en esta lucha, y es evidente que las cosas no han cambiado. La realidad es que, si seguimos permitiendo que otros decidan por nosotros, seguiremos perdiendo. Es momento de decir ¡basta ya! No podemos quedarnos de brazos cruzados mientras nuestros derechos son pisoteados y nuestros salarios se estancan.
La solución está en nuestras manos. Si nos unimos y creamos un órgano que represente a todo el colectivo de vigilantes de seguridad, podremos negociar nuestro propio convenio. La misma asamblea de profesionales puede crear un sindicato unitario. La legislación laboral nos respalda: el artículo 87 de los Estatutos de los Trabajadores establece que existen elecciones para elegir a los representantes de los trabajadores, no solo a los sindicatos. Esto significa que podemos formar un órgano representativo que defienda nuestros intereses de manera efectiva y directa.
No podemos seguir dejando que los sindicatos, que solo representan a sus afiliados y militantes, negocien en nuestro nombre. Es hora de tomar el control de nuestra situación. Necesitamos un órgano que actúe en beneficio de todos, que no esté atado a las patronales ni a liberaciones que solo benefician a unos pocos. Es momento de que nuestra voz se escuche y de que nuestras necesidades sean atendidas.
Además, estamos viendo cómo la profesión se degrada con la proliferación de certificados de profesionalidad que, en muchos casos, son otorgados sin el rigor necesario. Algunas academias están regalando «diplomas», permitiendo que personas obtengan su TIP sin pasar por pruebas ni exámenes adecuados. Esto no solo afecta nuestra imagen como profesionales, sino que también abre la puerta al intrusismo y a la competencia desleal.
El intrusismo, las empresas piratas, las condiciones laborales precarias y los salarios nefastos son problemas que nos afectan a todos. No podemos permitir que nuestra profesión se convierta en un campo de batalla donde la calidad y la ética se vean comprometidas. Es fundamental que nos unamos como profesionales para exigir estándares más altos y una regulación más estricta en la formación y certificación de los trabajadores en nuestro sector.
Debemos abogar por una formación continua y de calidad que garantice que todos los que obtengan su TIP realmente cuenten con las habilidades y conocimientos necesarios para desempeñar su labor de manera efectiva y responsable. La creación de un código de ética y la promoción de buenas prácticas son pasos esenciales para restaurar la confianza en nuestra profesión.
Además, es crucial que los organismos reguladores tomen medidas para identificar y sancionar a aquellas academias que operan sin los estándares adecuados. Solo así podremos proteger nuestra imagen profesional y asegurar un entorno laboral justo y equitativo para todos. La unión y la colaboración entre profesionales son clave para enfrentar estos desafíos. ¡Juntos, podemos trabajar hacia un futuro donde la calidad y la ética sean la norma, y no la excepción! ¡Es hora de tomar acción y defender nuestra profesión!