(Por J.Sebastian Valverde) – La relación con el cliente en el sector de la seguridad es un terreno delicado, pero fundamental. No estamos aquí solo para hacer guardias y estar callados. No somos una sombra que pasa desapercibida. La clave está en encontrar el equilibrio entre ser un buen profesional y no convertirse en un “amigo” del cliente pensando en que nos salvará el culo, porque ahí es donde empiezan los problemas.
Sí, la imagen importa, pero solo lo suficiente para que el cliente no piense que estamos allí para hacer un “favor”. Tenemos que estar en nuestro sitio, llevar el uniforme bien puesto y tener la compostura necesaria. Pero eso no es lo que realmente marca la diferencia. Lo que cuenta es cómo nos comportamos y cómo manejamos la relación.
Aquí no estamos para ser los mejores amigos de los clientes. Aunque, con el tiempo, puede que se cree un lazo más cercano, sobre todo con los trabajadores con los que tengamos relación asidua en el turno, lo importante es mantener siempre una distancia profesional. He trabajado con clientes durante años y, a veces, hemos compartido más que simples saludos. Con el tiempo se pueden generar relaciones de amistad. ¿Es posible? Claro, pero nunca, bajo ninguna circunstancia, se debe perder de vista que la relación está basada en el respeto profesional cuando estamos en las instalaciones. Un exceso de confianza o hacerte “amigo” de un cliente puede parecer positivo en el momento, pero cuando surja el primer inconveniente, te aseguro que nadie te va a respaldar. Y cuando digo nadie, es ni tu empresa, ni el cliente, por norma general.
Lo que pasa es que, a menudo, tendemos a olvidar que nuestra función no es “relacionarnos” como lo haríamos con un amigo. Estamos allí para ser un apoyo, para proteger los bienes de la empresa y, sobre todo, para ser un profesional que se hace respetar. La confianza está bien, pero la línea nunca debe cruzarse. No somos los mejores amigos, somos los profesionales encargados de mantener la seguridad. Si te vuelves demasiado cercano, esa misma confianza puede torcerse en su contra.
Así que, al final, lo importante es siempre tener claro el trabajo que realizamos. ¿Podemos ser cercanos?, Sí, pero con límites. ¿Podemos hacer que el cliente se sienta cómodo? Claro, pero siempre desde el respeto. Porque cuando la cosa se pone seria, y si la relación está bien cimentada sobre profesionalidad, nadie va a dudar de que estás allí para hacer tu trabajo, no para hacer favores personales. Y esa es la base de una buena relación con el cliente.