Carteristas: El Auge de un Problema en las Ciudades Turísticas

(Por SoySeguridadPrivada) – Desde el asombro y la indignación que nos produce el cierre del Instagram de Patrulla BCN hoy hablaremos del grave problema de orden público contra el que luchaban activamente. España, con su rica cultura, arquitectura impresionante y gastronomía inigualable, es uno de los destinos turísticos más populares del mundo. Sin embargo, detrás de las vistas pintorescas y las calles llenas de historia, se esconde un problema que afecta a miles de personas cada año: los carteristas. En ciudades como Barcelona, Madrid, Sevilla y Valencia, estos delincuentes han encontrado un terreno fértil para sus actividades, convirtiendo la seguridad de locales y turistas en una creciente preocupación.

Carteristas

Barcelona, conocida por su modernismo y playas bañadas por el sol, es también tristemente célebre por ser la ciudad con mayor actividad de carteristas en España. Las cifras no mienten: cada día, decenas de personas son víctimas de estos delincuentes que actúan con una destreza y organización alarmantes. Madrid, Sevilla y Valencia también enfrentan este problema, aunque en menor medida. Sin embargo, el patrón es claro: donde hay turistas, hay carteristas al acecho.

El perfil típico del carterista en España ha evolucionado en los últimos años. Hoy en día, predominan los ciudadanos del este de Europa, que se disfrazan de turistas para mezclarse fácilmente entre las multitudes, aunque también hay gran cantidad de magrebies. Curiosamente, es más común encontrar mujeres que hombres en este «oficio», y el rango de edad varía entre los 20 y 45 años. Pero si algo caracteriza a estos delincuentes es su modus operandi en grupo. Rara vez operan solos; suelen formar parte de bandas organizadas que se mueven de ciudad en ciudad para evitar ser identificados por las autoridades.

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Estas bandas no solo son rápidas en sus movimientos, sino también en sus métodos. Se desplazan entre las principales ciudades cuando la situación se vuelve demasiado «caliente», es decir, cuando han sido detenidos varias veces y corren el riesgo de ser reconocidos. Su capacidad para adaptarse y eludir la ley es parte de lo que hace que este problema sea tan difícil de erradicar.

Los carteristas han perfeccionado una serie de técnicas para sustraer carteras y objetos de valor sin que sus víctimas se den cuenta. En lugares concurridos como el metro de Barcelona, emplean tácticas como el «empujón», donde uno de los miembros del grupo empuja a la víctima mientras otro aprovecha la distracción para robarle. También utilizan el método del «abrazo», en el que se acercan a los turistas con un gesto de amabilidad solo para hacerse con sus pertenencias. Estos métodos, aunque parezcan sencillos, son increíblemente efectivos y han sido perfeccionados con el tiempo. La habilidad de los carteristas para adaptarse a diferentes situaciones y ambientes es lo que les permite operar con tanta eficacia y frecuencia. 

Uno de los aspectos más frustrantes de este fenómeno es la aparente impunidad con la que operan los carteristas. En muchos casos, aunque sean capturados, no enfrentan penas significativas. La ley española considera el hurto como un delito menor si el valor de lo robado no supera ciertos límites, lo que significa que muchos carteristas evitan la prisión simplemente porque el valor de los objetos robados es relativamente bajo. La reincidencia agrava la situación, pero no siempre lleva a penas más severas. Las bandas organizadas conocen bien los límites legales y operan al borde de la ley, lo que dificulta a las autoridades imponer sanciones más duras. Esta falta de consecuencias reales crea una especie de «juego del gato y el ratón» entre los carteristas y la policía, con la balanza a menudo inclinada a favor de los primeros.

Las fuerzas de seguridad, tanto públicas como privadas, están haciendo todo lo posible para controlar la situación, pero la cantidad de delitos cometidos cada día es abrumadora. En ciudades como Barcelona, la policía se enfrenta a un volumen tan alto de incidentes que a menudo se ven desbordados, lo que limita su capacidad para prevenir los robos antes de que ocurran.

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Además, el constante flujo de turistas proporciona a los carteristas un suministro casi inagotable de víctimas potenciales. La policía ha intensificado sus patrullas en zonas de alto riesgo y ha implementado campañas de concienciación, pero el problema persiste debido a la magnitud del desafío.

A pesar de la creciente amenaza, hay medidas sencillas que tanto locales como turistas pueden tomar para reducir el riesgo de ser víctimas de un robo. Mantener siempre la vista en las maletas y bolsos, llevar las mochilas en la parte delantera del cuerpo y evitar dejar pertenencias desatendidas son prácticas básicas pero efectivas. Ser consciente del entorno y desconfiar de acercamientos sospechosos también puede marcar la diferencia.

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En un reciente caso en Barcelona, un grupo de turistas fue abordado por una banda de carteristas en pleno día. Utilizando la técnica del «abrazo», lograron sustraerles varios objetos de valor antes de que las víctimas siquiera se dieran cuenta. Este tipo de incidentes son tan comunes que han llegado a formar parte del día a día de la ciudad, afectando tanto a la percepción de seguridad como a la experiencia turística.

En comparación con otros países europeos, España destaca como un caso particularmente grave debido a su alta afluencia turística. Ciudades como Barcelona se han convertido en un paraíso para los carteristas debido a la gran cantidad de visitantes extranjeros que, en su mayoría, desconocen las tácticas empleadas por estos delincuentes. Este problema no solo afecta la seguridad personal, sino que también tiene implicaciones económicas y de reputación para el país.

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Expertos en criminología advierten que el problema de los carteristas en España requiere un enfoque multifacético. Proponen desde reformas legales para endurecer las penas hasta la implementación de tecnologías de vigilancia más avanzadas. Sin embargo, también subrayan la importancia de la prevención y la educación. Según ellos, la única manera de reducir significativamente este delito es mediante la combinación de medidas legales más estrictas, una mayor presencia policial, y campañas de concienciación tanto para los locales como para los turistas.

La problemática de los carteristas en España es un desafío complejo que afecta tanto a la seguridad como a la imagen del país. Aunque las autoridades están haciendo esfuerzos para combatir este delito, la solución requiere una estrategia integral que involucre a todos los actores de la sociedad. Solo así se podrá devolver la tranquilidad a las calles y garantizar que tanto ciudadanos como turistas puedan disfrutar de lo mejor que España tiene para ofrecer, sin tener que preocuparse por la seguridad de sus pertenencias.

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