(Por SoySeguridadPrivada) – Durante las terribles y trágicas inundaciones en Valencia, los Vigilantes de Seguridad del conocido centro comercial Bonaire en la localidad de Aldaia, mostraron su valor y competencia ante una emergencia que pudo haber tenido consecuencias trágicas. Al percatarse de que las inundaciones comenzaban a afectar las zonas subterráneas, no dudaron en activar el protocolo de seguridad diseñado para situaciones de emergencia, que ordenaba la evacuación de clientes y personal de todas las áreas inundables del edificio, incluidas las cuatro plantas de parking subterráneas.
Los primeros informes de la situación indicaban que el agua comenzaba a acumularse rápidamente en el estacionamiento subterráneo, una zona concurrida por clientes y empleados del centro comercial. En cuestión de minutos, los vigilantes implementaron las medidas de seguridad, asegurándose de que todas las personas en las plantas bajas fueran dirigidas hacia las salidas más cercanas y a las plantas superiores. Su labor incluyó también cerrar las entradas a estas áreas inundadas para prevenir que más personas entraran en una situación de alto riesgo. La preparación y la rapidez en sus decisiones fueron vitales para evitar una catástrofe, ya que estas áreas subterráneas estaban diseñadas para albergar un gran número de vehículos y podrían haber atrapado a decenas de personas.
La gestión de la emergencia en un escenario caótico como el que se vivió en Valencia no es tarea fácil, y en este caso, los Vigilantes de Seguridad se convirtieron en la primera línea de defensa. En medio del pánico que se desató, muchos de los clientes y empleados del centro comercial confiaron en la guía y dirección de los vigilantes, quienes mantuvieron la calma y tomaron decisiones rápidas. Sin la adecuada intervención de estos profesionales, la situación podría haber escalado a niveles de riesgo mayores, ya que la velocidad a la que subió el nivel del agua sorprendió incluso a los expertos en emergencias.
Los Vigilantes asumieron una tarea compleja: organizar la evacuación de manera ordenada mientras monitoreaban el nivel de agua en cada planta. Durante los primeros minutos, la incertidumbre era grande, y la posibilidad de que alguien quedara atrapado en las plantas subterráneas era una preocupación constante. Para asegurar la evacuación, se dividieron en grupos para abarcar las distintas zonas del centro comercial, logrando desalojar a cada persona sin que se reportara un solo herido. Los vigilantes se enfrentaron a una presión extrema, ya que manejaban no solo las posibles víctimas que podían quedar atrapadas, sino también la responsabilidad de evacuar zonas que podían inundarse aún más rápidamente con el paso de los minutos.
Los expertos en seguridad han elogiado la actuación de los Vigilantes, resaltando que, sin su intervención, las pérdidas humanas podrían haber sido incalculables. Las especulaciones y rumores iniciales en los días siguientes a la tragedia llegaron a hablar de hasta 900 muertos sumergidos en las cuatro plantas del parking, y lo que está claro es que, sin una evacuación rápida y bien coordinada, el número de víctimas en las zonas subterráneas del centro comercial podría haber sido elevado.
Las inundaciones afectaron rápidamente el sistema de energía y otros sistemas básicos del edificio, lo que aumentó el peligro para cualquiera que permaneciera dentro. De hecho, algunos expertos sugirieron que, de no haberse evacuado a tiempo, el agua habría alcanzado niveles peligrosos en las plantas bajas, atrapando a personas y causando lesiones graves o incluso muertes por ahogamiento. Su labor evitó una tragedia de proporciones incalculables y mostró el valor de tener protocolos de seguridad bien establecidos y el personal adecuado para aplicarlos.