(Por Jorge Tornero Bonete) – Raro es el día que no vemos en noticias, redes sociales o en nuestro propio entorno una agresión física sufrida por un vigilante de seguridad. Las agresiones con armas blancas van en aumento, cada vez es más común ver una intervención de seguridad privada en la cual el agresor porta un cuchillo en la mano, y lo más preocupante, la sociedad comienza a normalizar este tipo de conductas.
El último del que pude tener conocimiento por prensa digital tuvo lugar el pasado día 20 de marzo, veíamos como los compañeros de seguridad del Hospital Punta de Europa en Algeciras (Cádiz), intervenían con un paciente psiquiátrico que portaba dos cuchillos de grandes dimensiones. El cuchillo como arma: No debemos subestimar el poder de causar daño con un cuchillo, es indiscutiblemente una de las armas con mayor letalidad al alcance de cualquiera. Es un instrumento muy común, no necesita de licencia, no necesita de control alguno y lo encontramos en cualquier entorno cotidiano (cocinas, talleres, bares…) el problema principal es que es un objeto utilizado con doble finalidad, puede servir como utensilio de cocina o herramienta y a su vez de arma. Un ataque con cuchillo ocasiona lesiones de extrema gravedad, que muchas veces llegan a producir la muerte de la víctima. Por todo ello, debemos actuar con el pensamiento de que cualquiera puede portar un arma blanca en todo momento. El porte oculto de un cuchillo, puede llevar al profesional a verse en una de las situaciones más complicadas en las que pudiera encontrar. Un agresor con un cuchillo oculto puede causar un daño irreparable. Controlar los movimientos del agresor es algo primordial, los lugares más comunes de porte oculto suelen ser la cintura y las mangas por su fácil accesibilidad.
Formas de esgrimir el cuchillo:
- Amenaza. Es la parte inicial de un ataque, el agresor sujeta el cuchillo de forma intimidante, con la punta o filo enfrentada a la víctima, músculos rígidos y no mantiene ningún movimiento.
- Amago. Continuación de la anterior, el agresor mueve el cuchillo con intención de intimidar aún más a su víctima, lo más común es el movimiento en “equis” o balanceo de izquierda a derecha.
- Ataque. Parte final y de resultado. Aquí el agresor utiliza el cuchillo con intención de causar lesiones. El resultado puede ser: ileso, herida leve, herida grave, herida muy grave o muerte.
Lesiones más comunes recibidas por un ataque con cuchillo:
- Herida leve: Suele ser una herida superficial de sangrado capilar que afecta a vasos superficiales, con un exudado sangrante lento. En estos casos no es necesario atención médica, se limpia la zona y se desinfecta, luego se tapa la herida para no infectarla.
- Herida grave inciso-cortante: Sangrado venoso, de color oscuro. La herida ha afectado a vasos sanguíneos, pudiendo haber afectado algún órgano interno, se debe presionar la herida y cortar la hemorragia. Interesa que el herido no pierda mucha sangre hasta que reciba la atención médica.
- Herida muy grave inciso-cortante: Sangrado arterial, de color rojo brillante. El sangrado es abundante, la víctima puede perder una gran cantidad de sangre en pocos minutos. Este tipo de heridas puede llevar a la muerte de la víctima si no es atendida de urgencia.
- Heridas incompatibles con la vida: Las lesiones ocasionadas sobre la víctima han resultado la muerte de la misma (ejemplo decapitación, disección de arteria aorta etc.)
La actuación: Es complicado definir una pauta de actuación para algo tan complejo y con tantísimos factores cambiantes como es el reducir a un atacante armado. Desconocemos el motivo que empuja a esta persona a actuar de ese modo, antecedentes, posibles enfermedades mentales, preparación policial o militar, estado de consciencia, ingesta de tóxicos, etc. Si se trabaja en binomio o en grupos, es conveniente esperar a los compañeros antes de comenzar una actuación. Se ha de estar seguro de poder neutralizar la amenaza sin que exista peligro para las personas que se encuentran bajo nuestra protección, ni para nosotros mismos. Para ello despejar la zona de trabajo, y si se dispone de efectivos suficientes trazar una zona de seguridad es un buen comienzo para controlar la situación. Si no se dispone de tiempo y el peligro es constante se intentará reducir la amenaza, y proceder a la detención del autor. Si contamos con tiempo y la situación nos lo ofrece, esperaremos a servicios policiales dejando al atacante aislado y controlado, para que se proceda a la detención por parte de FFCCS. Si por el contrario nos encontramos en un servicio unipersonal, debemos guardar distancia de seguridad y cuando podamos dar aviso a policía, siempre y ante todo prima la integridad física. Si el atacante tiene como objetivo perpetrar un robo lo más conveniente es obtener todos los datos que se pueda para llegar a identificar al delincuente, no se debe poner la integridad física de ninguna persona por encima del bien material.
Uno de los principales peligros es el exceso de confianza, subestimar a un atacante con un cuchillo puede llevarte en el peor de los casos a la morgue. El estar por encima físicamente o practicar artes marciales puede ayudar, pero en un ataque con cuchillo no te eximirá del daño, el metal mata. Aunque cueste tiempo y dinero, mantenerse formado y en forma es la mejor medida de autoprotección ante este tipo de situaciones, el trabajo en equipo y una buena dirección de la actuación nos pondrá en una destacada ventaja frente al delincuente.