(Por SoySeguridadPrivada) – Parece que si hay algo que I-Sec realiza mejor que la vigilancia privada, es el arte de intentar eliminar a trabajadores incómodos. El último capítulo de esta vergonzosa saga se escribió en el aeropuerto de Hondarribia, donde un vigilante con conciencia reivindicativa se ha convertido en un “problema” demasiado grande para su empleador. ¿La solución?. ¿Negociar?. ¿Dialogar?. Pues no. Mejor utilizar a la Guardia Civil para que sirva de peón en un despido camuflado.
En esta flipante historia, I-Sec decidió que el vigilante, un trabajador molesto por exigir sus derechos, era más peligroso que cualquier amenaza a la seguridad del aeropuerto. La sentencia judicial ha dejado claro que el despido fue nulo porque detrás de las excusas empresariales se ocultaba una única motivación: castigar su actitud reivindicativa.
El vigilante, cuyo único “crimen” fue exigir horarios y condiciones laborales justas, acabó siendo tratado como un elemento subversivo, como si por pedir un convenio digno hubiera amenazado con secuestrar un avión. Las formas fueron de película: se recurrió nada menos que a la Guardia Civil, que «supuestamente» fue informada por la empresa de que su comportamiento era “peligroso”. ¿Peligroso para quién?. ¿Para la plantilla que empezaba a despertarse?. ¿Para una directiva poco acostumbrada a que le pidan explicaciones?
Aquí es donde entra lo más inquietante de la historia. La colaboración entre las empresas de seguridad privada y las Fuerzas de Seguridad del Estado es algo normal y necesario en muchos casos. Sin embargo, la utilización de la Guardia Civil como si fuera un departamento de recursos humanos ultraeficaz es ya otro nivel. ¿Qué será lo próximo?. ¿Usarán patrullas de GC para llevar las cartas de despido?.
La empresa I-Sec, en lugar de gestionar el descontento interno con profesionalidad, optó por convertir un conflicto laboral en una operación de “seguridad”. No hay nada como maquillar la represión laboral con un uniforme verde y una placa oficial. Y mientras tanto, la plantilla recibe el mensaje claro: Reivindicar tiene precio, y viene con sello de oficial.
Resulta casi entrañable (si no fuera indignante) ver cómo I-Sec se preocupa más por silenciar a sus trabajadores que por ofrecer servicios dignos y profesionales. Si los tribunales no hubieran intervenido, este despido ilegal habría pasado como una simple “operación rutinaria”. Afortunadamente, la justicia ha sacado los colores a una práctica que, tristemente, no es ni nueva ni rara en el sector.
Este caso pone sobre la mesa la precariedad y la toxicidad de ciertos servicios de seguridad, donde la represión interna se convierte en una herramienta de gestión más efectiva que cualquier control de accesos. Porque, ya se sabe, es mucho más fácil liquidar a un vigilante que exigir a la empresa que cumpla con los derechos laborales.
Mientras I-Sec traga y vuelve a su rutina (hasta que otro vigilante tenga la osadía de pedir lo que le corresponde), queda un amargo recordatorio: en el sector de la seguridad, la verdadera amenaza no siempre lleva pasamontañas. A veces, lleva uniforme y exige lo que es justo. Y eso, al parecer, es más inquietante para algunas empresas que cualquier amenaza real a la seguridad pública.
Por suerte, esta historia ha tenido un final con justicia. Pero la pregunta es: ¿Cuántos casos más quedan enterrados bajo el miedo y la complicidad silenciosa?. Cuéntanos tu experiencia en los comentarios, o en tu red social favorita.
Yo soy el vigilante al que despidieron.
Pese a sentencia judicial, que han recurrido, no me amilanó y continuo luchando por mis derechos pues siguen incumpliendo nuestros derechos, convenio y sentencias continuamente.
Cuando lo necesites, envíanos información sobre como evoluciona esta injusticia que cometieron contigo, para darle debida promoción en nuestra web.
Un saludo y mucha fuerza.
SoySeguridadPrivada.com